Pese a la crisis (que hoy en día parece excusa para todo) un buen número de vehículos se dieron cita en el clásico Rally de Sitges para deleitar a aficionados y curiosos, aunque eso sí, no tantos como en ediciones anteriores. Y aunque el intento de lluvia y el frío viento medraba en los asistentes, nadie se asustó y los locos cacharros que el sábado quedaron expuestos delante del Arco del Triunfo pasaron primero a visitar el Ayuntamiento de Barcelona para luego dirigirse hacia la sinuosa carretera de las costas del Garraf, dirección Sitges.

El evento fue organizado como siempre por Foment del Turisme de Sitges y patrocinado por la marca de coches Audi, como va siendo costumbre desde hace varios años. La prueba nació en el año 59 y se ha consolidado como la prueba más importante de este tipo de vehículos al sur de Europa.

En esta edición se presentaron unos 70 coches procedentes de toda España y de algunos países europeos que hicieron las delicias de pequeños y mayores. Para participar, todos los vehículos deben ser de fabricación anterior a 1928 y se agrupan en 4 categorías diferentes según el año de construcción. En algunos casos, como el vehículo presente de la marca Clement Bayard de 1906, los vehículos son auténticas reliquias rodantes con carrocerías de madera y acabados en latón. Los que se acercan al máximo de la fecha permitida ya utilizan otro tipo de tecnología que les acerca a un utilitario más "común", hablamos de los conocidos Ford A (1928) y el mítico Ford T (1926), por ejemplo, de los que pudieron verse varios.

Aunque la carretera de las costas del Garraf ha sido deslucida en uno de esos intentos políticos por hacer bien las cosas, estos viejos cacharros enfilaron sus retorcidas curvas sin más ánimo que el que varios aficionados amontonados al principio y final de esta carretera de 14 kilómetros pudieron brindarles. ¿Por qué? Es sencillo, desde hace aproximadamente dos años dicha carretera no tiene ni un sólo arcén donde parar, ya no para parar y disfrutar de las excelentes vistas que la política ha tapiado con cemento; sino que en caso de necesidad, el coche averiado se queda en mitad de la carretera sin posibilidad de ser retirado. Amén de todo esto la desgracia para los motoristas es que además, durante esos 14 kilómetros la línea contínua marca el ritmo del abuelo que en su "Supermirafiori" alcanza la hilarante velocidad de 30 kms/h, casi tanto como estos coches de época.

Pese a todo, con la gloria carcomida y deslucida durante gran parte del recorrido en el que los espectadores fueron las montañas que rodean la carretera, los participantes del 52 Rally de Sitges llegaron al puerto deportivo entre vítores y aplausos. Allí dejaron descansar durante media hora a sus espléndidos y sudorosos (de aceite) vehículos para regodeo del personal y del aficionado "tocón", fauna que debería haberse extinguido de la faz de la tierra hace mucho tiempo a golpe de colleja y grito pelado "que no toques coño!".

Tras el aperitivo en el Puerto de Aiguadolç, los coches volvieron a ponerse en marcha (excelente momento para ver como le daban a la manivela que pone en marcha el motor) dirección al centro de Sitges, haciendo un pequeño recorrido por las calles del pintoresco pueblo que el boom inmobiliario y la permisibilidad del consistorio se ha encargado de joder. Aproximadamente a las 13:00 horas la comitiva quedó aparacada en el Paseo de la Ribera, donde a las 15 horas se hizo entre los participantes el almuerzo oficial y la posterior entrega de premios.

Los coches quedaron de nuevo expuestos en dicho paseo hasta aproximadamente las 18 horas, momento en que la etapa del Rally del domingo se dio por finalizada.

Sin duda el Rally de Sitges es un auténtico museo rodante que cumple a la perfección como una auténtica tradición que pasa de padres a hijos, tanto en cuanto a los propietarios de los coches como a los asistentes. Una sensación inolvidable ver a esos Le Zebre, Hispano Suiza, Elizalde, Amilcar, Studebaker, etc en marcha, vehículos que son la historia viva del automóvil propiedad del mundo entero. Y ya no sólo eso sino que la caracterización de los propietarios de los coches es también clave y fundamental para que la credibilidad de este peculiar Rally sea todavía más efectiva, algo que no ocurre en otros eventos de este estilo.