A punto de celebrarse el 50 Aniversario de este mítico Rally de coches de época, no quisimos perdernos la oportunidad de rememorar por unas horas el viejo espíritu del automovilista de principios de siglo. Con el cielo a punto de descargar una de aquellas tormentas que marcan el fin del invierno, y con el corazón encogido por la emoción de revivir por otro año consecutivo aquella infancia en que nos apostábamos en el Paseo de la Ribera de Sitges junto con mis primos a ver pasar los coches "antiguos", cogí mi cámara y hice unas fotos para el regodeo del personal.

Eran varias las novedades que este año presentaba el Rally, sobretodo en su recorrido, ya que el sábado los coches fueron expuestos en las fuentes de Montjuic donde a los participantes se les entregó la documentación y dorsales para más tarde desplazarse (por primera vez) por el centro de la ciudad de Barcelona hasta el WTC donde los coches quedaron expuestos de nuevo. De los casi 80 vehículos participantes, 24 lo hacían por primera vez, lo cual indica la magnitud de un rally de estas características, donde no sólo el auto es el protagonista ya que los participantes también se caracterizan con trajes de la época.

Pero quizás la novedad más interesante fue la de recuperar de nuevo el recorrido por la Autovía de Castelldefels, lugar por donde (desde siempre) había pasado la comitiva. Al margen derecho cientos de personas se apostaban con las cámaras a punto y con los niños subidos a los capós para saludar a los ocupantes de aquellos viejos cacharros.
Por un momento sentí la imperiosa necesidad de volver a ser un niño y disfrutar como lo hacía de eventos de este tipo subido al capó del R-8TS de mi padre.

Tras curvear por las costas del Garraf nos apostamos junto a otras personas dispuestos a ver pasar a los coches en su máximo esplendor, en la curva más cerrada de todas las costas y encima en bajada ... ¿Apurarían la frenada? Lo que desconocíamos era que finalmente se retrasó la salida desde Barcelona a las 11,30 a causa de la coincidencia de horarios con la Maratón de Barcelona.

El día de momento se comportaba pero dábamos por hecho que la lluvia nos acompañaría en algún momento del día. Tras casi una hora de espera, entre el frío y el sueño los primeros mossos de esquadra hicieron su aparición como parte de la "escolta" de los míticos coches. Las primeras bocinas no tardaron en oírse dibujando sonrisas en todos los espectadores que allí se congregaban.

Uno a uno hicieron su aparición, curveando "a toda velocidad" y saludando a todos los presentes. Clásicos de época en su máximo esplendor. Curiosos engendros mecánicos se dieron cita desde todas partes de Europa, así pudimos observar el coche más antiguo del Rally, un Decauville de 1898 con matrícula francesa, seguido del mítico Ford T, los Ford AA, un Fiat Zero Spider, algunos Hispano-Suiza, y hasta un Locomobile de 1918. Y todos rodando y en perfecto estado de conservación, cubriendo esos escasos 50 kms con la máxima ilusión.

Después de casi 15 minutos acabaron de pasar todos los coches sin ninguna baja ya que esta vez la grúa-escoba venía de vacío... así pues, el estado mecánico de estos coches (alguno con más de cien años de antigüedad) es admirable. Aunque evidentemente el precio por rescatar alguna de estas joyas que deberían ser declaradas patrimonio de la humanidad debe ser altísimo.

Finalmente una comitiva de una veintena de SEAT 600 envueltos en publicidad de la odiosa marca de cerveza Moritz acabaron por joder un festival al buen criterio estético.

A la cola de toda la comitiva no faltaron los más de 20 motoristas frenados por un coche de la Guardia Civil, pusimos rumbo al Puerto de Aiguadolç y nos colamos por la rotonda justo detrás de un Amilcar. Cogimos un atajo, aparcamos y a pie nos dirigimos al Puerto a ver la exposición de los autos recalentados. Los últimos coches estaban llegando y los cohetes de bienvenida justo empezaban a dejarse de oir. El día seguía gris pero ya no importaba, el olor a recalentón me inspiraba a tomar fotografías de todo, hasta de las incesantes gotas de aceite que manchaban el suelo, o de las gotas de agua que manaban de los radiadores a modo de manantial artificial.