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- MENDOZA, RUTA 40 y CHILE EN HARLEY DAVIDSON -
Mendoza, la Ruta 40 y Chile en Harley Davidson
- Mendoza (Argentina), la Ruta 40 y Chile en Harley Davidson Sportster 1200 -
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Domingo 12 de febrero

Yo estuve despierto hasta las 4 de la mañana pero igual nos levantamos tempranito, a las 7am. a la noche caía un poco de llovizna, pero amaneció despejado. Tranquilos y silenciosamente desarmamos la carpa, cargamos la moto, apuntamos los escapes hacia la derecha, hicimos tronar un poco los dos pistones en V ( porque la moto estaba fría y la venganza se sirve fría), y nos dirigimos hacia la entrada porque consideramos nuestro deber expresar personalmente a los organizadores nuestros comentarios, ¡no sea cosa que se les ocurra organizar otro encuentro!.
Pensábamos hacer una pasada por el cañon del Atuel pero el camino estaba cerrado por derrumbes, así que intentamos entrar por el otro lado, por el camino al Nihuil, pero a los pocos kilómetros también estaba clausurado, sacamos un par de fotos, cargamos nafta y seguimos rumbo al Sosneado y Malargüe.

Hacía calor, y en algún punto del camino, y al rayo del sol, la policía nos hizo detener en la banquina para que pase un pelotón de bicicletas que corrían alguna competencia local.
Antes de llegar a Malargüe nos desviamos hacia Las leñas, que Gabriela no conocía. El camino es muy lindo para hacerlo en moto, con sus curvas y precipicios, pero hacía ya mucho calor y en ésta época del año parecía un pueblo fantasma, así que en cuanto llegamos dimos un paseito a pié e inmediatamente pegamos la vuelta, desandando los 40 km. hasta la ruta 40. En Malargüe fuimos primero al hotel que nos recomendó Fer Rojas pero no había lugar, y tampoco en los otros que visitamos, pero en Turismo nos dijeron que el camping municipal era muy bueno y tenían razón. Nos dimos una ducha, descansamos un poco, fuimos a cenar y dormimos como corresponde. A la noche llovió fuerte; pero por suerte yo había entrado para usar de almohada el cuero de oveja que llevo en el asiento, y por la mañana ya estaba todo seco.




Lunes 13 de febrero

Llegó el momento, debíamos encarar la parte difícil del viaje, y sinceramente le tenía temor, y estaba decidido a hacerlo. Heidi (mi moto) ya tenía experiencia en el ripio, pero yo no demasiada y las noticias eran que la ruta estaba destruida; no podía dejar de pensar en las posibles consecuencias.
Establecimos tres prioridades:
1 - La seguridad personal ante todo.
2 - Tratar de no maltratar demasiado la moto.
3 - Llegar, simplemente llegar, sin importar cuanto tardemos.

En consecuencia la premisa era paciencia, muuucha paciencia. La primera parte era de asfalto..., y de pronto se acaba el mundo. Desaparece todo vestigio de lo que alguna ves fue y da paso a los serruchos, pero señores serruchos, padres serruchos, y abuelos serruchos, nunca había visto de tal tamaño, de más de 10cm de altura, toda esa zona era petrolera y el poco tráfico que hay es principalmente de camiones. Lo que más recuerdo era la sensación de subir el cordón de la vereda, bajar el cordón, subir el cordón, bajar el cordón, subir el cordón, bajar el cordón, y así por kilómetros y kilómetros, no había forma de escaparle por ningún lado, atravesaban perpendicularmente toda la ruta de borde a borde, y nada de apurar el paso y soportar el galope, porque la harley pasa..., pero no es una enduro, así que la velocidad promedio era de 17 km/h.

Como dije, más adelante empieza de nuevo el ripio bastante suelto, con los eternos serruchos aunque ya no tan pronunciados, y con apenas un par de descansos adonde se puede disfrutar algo de asfalto, siempre y cuando se tenga mucha precaución en esquivar los pozos. Por supuesto no olvidemos que todo esto está enmarcado en un hermoso paisaje de la precordillera, con el camino orillando un río y atravesando escoriales. También tengamos en cuenta que para esa altura ya eran las 13 hs., teníamos hambre, ya hacía casi 40 grados centígrados y nosotros seguíamos con las camperas puestas para protegernos de las quemaduras de sol.
Paciencia, muuuucha paciencia, seguía pensando yo mientras trataba de esquivar una piedra con forma y dimensiones de garra de pterodáctilo que apuntaba a mi rueda delantera. En algún lugar esto debe tener fin seguía pensando yo y así fué, se terminó el camino en un cartel que decía "desvío", y nos metimos "pal monte", recién terminadito el desvío, a estrenar, todo suelto, todas piedras de cantos filosos, todo arena floja, hasta un toro sordo en el medio del camino, pero no podía durar mucho, era sólo un desvío, así que allá arriba, en el medio del monte, encontramos otro cartel que decía "DESVÍO"!!!!. Allí se acabó mi paciencia, cuando pasamos la niveladora le grité algo así como "la próxima vengo en citröen".
Cuando ya habíamos perdido toda la esperanza, y un par de tornillos marca HD, apareció un asfalto nuevecito, negro-negro, con olor a asfalto recién salido del horno y donde la moto iba dejando una solitaria línea blanca como para estrenarlo. Sin hacernos demasiadas ilusiones pudimos recorrer cómodamente los últimos 25 km hasta Barrancas, donde llegamos alrededor de las 14:30, habíamos recorrido alrededor de 200km desde las 9 de la mañana.

Después de un litro de yogurth light bien motoquero sentados en la isla de los surtidores, seguimos hasta Chos Malal, donde nos ubicamos en una linda hostería (Anlú, Lavalle 60), una buena ducha, mejor siesta, por la tarde recorrimos el fuerte, y a la noche unas hamburguesas memorables con cerveza Andes.

Martes 14 de febrero de 2006

Partimos hacia Las Lajas y nos desviamos hacia el paso de Pino Hachado. Saliendo de la ruta 40 el paisaje de colinas cambia y empiezan a aparecer las montañas y las primeras araucarias (Pehuenes), y se ven los rebaños de ovejas pastando en las laderas verticales y las formaciones de basalto que forman figuras extrañas.

Llegamos a la frontera y tomamos el camino hacia Pehuenia, otra ves ripio, hicimos unos 30km, paramos a hacer un picnic y refrescarnos en un arroyo y pegamos la vuelta.

Paramos a descansar nuevamente en Zapala, donde no pudimos encontrar una confitería con aire acondicionado (están más acostumbrados a la nieve que al calor), así que tomamos algo bajo un ventilador de techo y salimos nuevamente con la intención de llegar a San Martín de los Andes. El calor seguía a tope (toda esa semana hizo temperaturas cercanas a los 40º C en toda la región) y queríamos llegar, así que gracias a la gran autonomía de mi moto, y al cuero de oveja en el asiento, hicimos un tramo de 250km sin parar, llegamos cerca de la 19hs.

En SMA estaba todo el mundo, completamente lleno de turistas, un asco, traté de hacer un par de llamados desde el celular y las centrales estaban congestionadas, fuimos a la oficina de turismo y no había alojamiento, lo único disponible era un dos estrellas pero sólo tomaban reservas por dos noches, nosotros queríamos una sola, y cuando nos decidimos a tomar las dos ya se había tomado una, la del día siguiente, sólo quedaba esa noche disponible, exactamente lo que queríamos!


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