Si hay algo dificil para la gente de las Islas, ya sean de Baleares o Canarias, es encontrar a gente afín a la filosofía de un nutrido grupo
de Harlistas y llevarse bien sin entrar en disputas; y lo digo porque una isla es un espacio reducido donde a fin de cuentas todos se conocen de una forma u otra. Y parece que tras 4 años, la gente del HDC Mallorca lo está consiguiendo. Prueba de ello es la organización
del evento que realizaron para celebrar su cuarto aniversario.
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Y aunque el principal handicap para la gente de la península a la hora de acercarse a un evento como este sean las ocho horas de Ferry y la pesadez que ello comporta, aburrimiento, mareo, etc. el resultado como bien sabéis vale la pena. No ya por el magnífico paisaje marítimo
que deleita a todo pasajero balear sino también por el excelente recibimiento por parte de los organizadores del evento.
Y aunque no todos los presentes peninsulares se presentaran con sus motos, sino que lo hicieran en avión, hay que decir que lo importante es la asistencia en apoyo a los que se dejan la piel
por organizar cosas.
Aunque la lluvia hizo acto de presencia no medró en la contemplación del siempre espectacular castillo que preside el puerto de Palma y sus alrededores. Y es que Mallorca es el marco ideal para un encuentro de cualquier tipo...
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El viernes amaneció con un sol estupendo y esa temperatura característica de Baleares que la hace tan atractiva a los guiris. La ruta norteña llevó a los comensales hasta Lluc, donde la bendición de los presentes y sus monturas por parte de un sacerdote pasó inadvertida gracias a las cervezas de turno, jamón, y aperitivos varios que se sirvieron.
De allá, en comitiva rutera se llegó al punto escogido para comer una estupenda paella y tomar el típico postre mallorquín: la famosa ensaimada. Después hubo sobremesa, cerveza, charlas, y siesta, ese gratificante placer tan español.
Más tarde, con la noche de aliada, en la discoteca Menta se siguió la juerga hasta altas horas de la madrugada, el típico strepteae, música y piscina para
los más valientes...
El sábado hubo otra ruta aunque hubo quien prefirió despistarse por su cuenta y visitar Mallorca y sus recónditos lugares, fuera del bullicio turístico. Por la tarde se celebraron los juegos de lentos, malabares sobre la moto, aros, etc... muchas risas hasta la cena y posterior fin de fiesta hasta que el sol salió por lo alto de nuestras cabezas.
El domingo, perezoso como todos, fue aprovechado por la mayoría para darse una vueltecilla por las playas o por Palma en busca de algún recuerdo que llevarse a la península. Por la tarde se entregaron los premios a los ganadores de sorteos, carreras y demás así como un pequeño homenaje a todos los Clubs asistentes.
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