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-VUELA LIBRE-

Y le dijo un día Teresita a su abuelo: ¿papasito, porqué el mundo está peleado con Dios?

El abuelito, estupefacto, aplastó un zancudo que recién le mordió, secó el sudor de su frente con las manos y le contestó: quisás sea Dios el que se peleó con los humanos por andar destruyendo lo que él creó. Dios creó al hombre y él mismo se echó a perder, más tarde acabó con la madre naturalesa, quemando sus bosques, matando los animales que tanto tiempo y dedicación le llevó a Dios, y también la mujer fue mala, haciéndose servir del hombre para su provecho personal. Dios anda cansado de la codicia humana, de la envidia y del engaño.

Teresita escuchaba sin comprender, su vida quedó sesgada al nacer, nació ciega y había creado un mundo que nada tenía que ver con la realidad, quizás escondida por sus papás, o por su abuelo, que le contaba la verdad a medias después de ingerir cantidades de mezcal que le ayudaban a mentir a una niñita ciega, a su nietecita abandonada por un papá alcoholizado.

Un día, su hermanito pequeño, harto de trabajar en la cantera picando piedra le contó un secreto que hizo sufrir a Teresita: el mundo no era de color pastel, y Dios estaba no harto sino cansado de su creación, la estaba dejando morir cual animal degollado, esperando que la agonía acabe con los gritos de dolor que se le hacían insoportables. Cada día, regresando nomás del trabajo a casa, el hermanito de Teresita (de 10 años mal vividos) le contaba un nuevo secreto que oscurecía el world de Teresita. Por las noches, con la cabeza ladeada lloraba desconsoladamente sin comprender, harta, sumisa y desalentada por la vida estúpida y sin sentido que le había tocado vivir.

El último día que vimos con vida a Teresita fue la noche en que su hermanito le susurró al oído que el hombre había sido hecho para volar, volar libre, volar como los pajarillos que de mañanita, al amanecer, cantaban despreocupados bajo la ventana de la choza del vertedero donde había nacido toda la familia.


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