-LA SENCILLEZ-
Es sencillo, la vida da tantas vueltas que al final uno acaba mareado, harto de tanto giro improvisado.
La cotidianeidad de ésta no es sino una estrategia premeditada para que la paciencia de cada uno se agote y acabe reventando; el límite lo pone cada uno. Así de sencillo.
Y es que la sencillez es a veces la mejor compañera de viaje, de la vida, de la soledad inherente a cada uno, de sus reflexiones, de sus acciones... de las vueltas y vueltas que cada
uno da y dará en su largo o corto camino. Y reflexionaremos sobre ella en momentos angustiosos, en momentos felices, o en momentos de álgido colocón. Pero al fin y al cabo dependemos
siempre de lo mismo, del emisario de la vida, feliz o desgraciada, de aquellos que todavía nos hacen sentir más felices o desgraciados, del entorno.
Un entorno sencillo o complicado puede dificultar ese camino que debemos recorrer, unos solos y otros acompañados.
Estoy harto de tanta sencillez, y de tanta dificultad, de lo cotidiano que una vez hizo que emigrara lejos, de vivir para trabajar, harto del dinero, dueño de muchos caminos (sobretodo de los sencillos, asfaltados),
cansado de todo, de lo mismo, de nada.
Me levanto de la cama, el calendario dice que es lunes, y otra vez toca empaparse con lo mismo, sencillo y difícil a la vez. Vivir.
¿Cuándo acabará lo cotidiano? supongo que el día que despierte y me de cuenta que la vida me ha absorbido, demasiado viejo ya para rectificar, hipotecado espiritualmente y sin capacidad de reacción.
Ese día caeré muerto, rendido ante la vida y su decadente expresión.