Las Moskas opinan:
Después de varios años de estériles propuestas en cuanto al cine de vampiros, con desastres cinematográficos, aciertos mediocres y un tímido resurgir del género en los festivales europeos con diversos
resultados, llega de la mano de Tomas Alfredson (un director ajeno al cine de terror) una historia emotiva entre dos niños, presexual y repleta de sinceridad.
Basada en la novela de John Ajvide Lindqvist, esta película ahonda en las miserias juveniles del inadaptado, del que forma parte Oskar, un muchacho introvertido y solitario que es objeto de burla por parte
de sus compañeros, integrante de una familia desestructurada y cuyo único objetivo a corto plazo es vengarse del mundo y de aquellos que le alteran.
La inocente historia, enmarcada dentro de un círculo de horror no es sino un añadido a la realidad del poema fílmico, sin criaturas espeluznantes, con la sangre justa, un punto de vista más realista y objetivo aunque a veces roza el surrealismo, sin duda un tanto decepcionante
para el que busque a Drácula y sus secuaces o tenga como referencia a la ultra modernidad de "Underworld" o la engalanada y poco acertada "Crepúsculo".
Los elogios que ha recogido en multitud de festivales (más de una treintena) a los que ha acudido no son desmedidos, es una excelente película de terror, pero no un terror de vísceras y sangre, sino un terror subliminal, el terror del abandono, de la soledad, del incomprendido, la tristeza y
la narración de un primer romance presexual atípico donde los haya, ...
La magistral mezcla de ternura y horror es perfecta, el director sabe en todo momento hacia donde se dirige y rompe las tiernas escenas con duras reacciones de terror, a la vieja usanza, sin movimientos bruscos
de cámara, sin desmembramientos, con una simplicidad narrativa y fílmica poco usual dentro del género.
Quien sabe, quizás con el éxito desmesurado de "Déjame entrar" el cine de terror haya encontrado ese giro que necesitaba, un giro hacia otro tipo de horror, más emocional, más sincero,... en un mundo en el que
ya nada nos sorprende, la propuesta de Thomas Alfredson sí lo hizo, y además nos agradó mucho.
|