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- 8º MOTOCLASSIC VILANOVA I LA GELTRÚ -
Los días 7 y 8 de Octubre se celebró en el viejo museo del Ferrocarril de Vilanova i la Geltrú, la VIII edición del Motoclassic, organizado como cada año por estas fechas por los amigos del Moto Club Penya Motorista de Vilanova. Un evento al que normalmente acuden de todos los rincones de la geografía catalana compradores y vendedores de vehículos clásicos. Y digo normalmente porque este año hubo menos gente que en otras ocasiones, si bien es cierto que el domingo amaneció medio lloviendo.



Quizás la lluvia que cayó con fuerza el sábado por la noche fue el pistoletazo de salida para que muchos de los vendedores de la feria marcharan como si el agua pudiera oxidar todavía más las piezas que exponían, pero el hecho es que el domingo no había allí más que 10 tenderetes y de esos 10 tres estaban recogiendo.

La verdad es que el clima tampoco ayudaba demasiado a que la afluencia de público desbordara las espectativas pero los curiosos que iban llegando advertían que una vez más no iban a poder disponer de nada, porque lo que allí se ofrecía era eso: Nada. (O para algunos "lo de siempre"). Cuatro motos adecentadas a precios astronómicos (Como ejemplo una Java a 900 euros) y chatarra a precio de oro. Entre ellas destacables dos Derbi cabeza de hormiga 125 desechas. Quizás el sábado hubiera algo más, pero lo cierto es que en este tipo de mercadillos clásicos hace tiempo que no se ve nada interesante a precio interesante, es simplemente un lugar donde curiosear e intentar encontrar alguna pieza que te falte a precio flipante.
Ante el desangelado panorama que se abría ante nuestros ojos y tras preguntar por algunas piezas que, evidentemente no tenían, decidimos por lo menos ver la exposición de vehículos que albergaba una de las salas del caduco museo. Así, caminando entre viejas locomotoras encaminamos nuestro pensamiento hacia dicha exposición con la esperanza de, como mínimo, quedarnos con la impresión de no haber perdido la mañana entre tanta chatarra perfectamente catalogada.

Nada para Lambretta, nada para la Derbi 125, tampoco el codo del escape para la MV Agusta, algo de Vespa a precio de concesionario que desató una risa nerviosa en el vendedor, tampoco para la ducati ni para las tres guzzis... Definitivamente la pérdida de tiempo quedaría atenuada si al menos hubiera algo interesante en la exposición que se pregonaba en pequeños cartelitos desde que entrabas al recinto. Recuerdo en alguna edición haber visto tres o cuatro motos interesantes, una de ellas una Guzzi Hispania 110 c.c. como la mía pero con sidecar.

Por remodelación del museo la sala donde quedaba la exposición en la última edición a la que asistí estaba cerrada y habilitaron otra más pequeña y un tanto más estrecha, las motos se medio agolpaban y medio brillaban en un intento por destacar de la que quedaba a su lado. Imposible admirarlas en su máximo esplendor por estar prácticamente una encima de la otra.

Dando la bienvenida tres motocicletas de principio de siglo se encontraban perfectamente dispuestas como geniales obras de ingeniería (el ver y no tocar, ni arrancar) ... Aún así, superado el trauma de ver tanta joya apelotonada sin dejarse respirar la una a la otra empezamos a distinguir una MV Agusta alucinante junto a otra Ducati, ambas versión deportiva, que quitaban el hipo a cualquier fanático de las motos. No cabe decir porque es obvio que estaban en perfectísimo estado, además la Ducati estaba en venta (¿cuánto pedirían por ella? mejor ni preguntarlo).

Como en toda exposición no podían faltar la Vespa de turno, la Derbi Cabeza Hormiga 250 cc, la Norton Bonneville, la Guzzi 49... pero en un esquina, pasando absolutamente desapercibida habían dispuesto una H.R.D. Vincent, una joya entre las joyas en perfecto estado de conservación.

En diez minutos visto todo, sin pena ni gloria, se levantaba un airecito fresco y húmedo que nos invitaba a marcharnos a casa, y eso hicimos, decepcionados y con hambre nos despachamos de risa a gusto con alguno de esos "Rebelde con dinero" embutido en un traje de cuero repleto de pins que vino a lomos de su Harley injection FLS-loquesea, cogimos la furgo y raudos a comer.




  
Supongo que el mercado de las clásicas está tan trillado que a la gente no le queda más que chatarra en el almacén. Lo bueno, bonito y barato se acabó hace ya como 5 años, ahora toca vivir de la especulación, que en esto de las motos viejas parece que también produce beneficios.


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